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La visibilización creciente de las “peleas entre chicas” parece estar suscitando gran preocupación y desconcierto a nivel social. No sólo en nuestro país, sino en otras partes del mundo, las imágenes que muestran los medios de comunicación sobre formas de agresión entre mujeres, que eran consideradas propia de hombres, ha llevado a cierto “pánico moral” asociado a la imagen de una nueva mujer violenta y fría (Muncer y otros, 2001). Un conjunto de notas publicadas en el último año en periódicos nacionales, plantean un quiebre en la tradicional frontera de género que hacía de la violencia una característica masculina (naturalizada). Se tiende a interpretar las agresiones entre mujeres jóvenes como una práctica ‘imitativa del comportamiento masculino’ y se puede advertir una trama argumental que condena moralmente a las ‘nuevas jóvenes’ que pujan por romper cierto orden establecido en las relaciones de género y, en consecuencia, cuestionan los valores sociales tradicionales.