Última modificación: 17-12-2018
Resumen
La integración de las mujeres al trabajo productivo no fue coincidente con la apropiación de parte de los varones de las actividades no remuneradas al interior del hogar, por lo cual, las mujeres continuaron asumiendo como propias las tareas no remuneradas, en sus viviendas, además de cumplir con jornadas laborales, muchas veces, extensas y extenuantes. La falta de una distribución igualitaria de estas tareas no remuneradas podría estar en relación con el hecho de que las mujeres no logran desprenderse del rol de amas de casa, lugar simbólico en el que las ha situado la cultura patriarcal, en estrecha relación con la economía capitalista. Esta podría ser la razón por la cual las mujeres, cualquiera sea su clase social de referencia, tienden a percibirse como gestoras de la dinámica hogareña y cuidadoras, como su exclusiva responsabilidad y ello en virtud de que lo perciben como parte de su identidad femenina.
Estas reflexiones tienen como punto de partida la investigación de campo realizada en una localidad del interior de la provincia de Córdoba respecto de la distribución del trabajo no remunerado en el interior de familias monogámicas con dos proveedores y, al menos, un/a hijo/a que convive con la pareja en procura de determinar si las desigualdades de género, puestas de manifiesto en las tareas domésticas, de crianza y de cuidado de niños/as, personas ancianas, enfermos/as y discapacitados/as tenían relación con la pertenencia social de las familias.
Pensar los modos en que el trabajo no remunerado al interior del hogar se asume en relación con un determinado estrato social, significa pensar la distribución desigual en relación con una jerarquía social, que es estructural y, por lo tanto, difícil de ser modificada, como también producto de una historicidad.