Última modificación: 18-12-2018
Resumen
La serie televisiva Robin Hood (BBC, 2006-2009) retoma las caracterizaciones victorianas del villano Guy of Gisborne como “bestia vil” y “rústico patán” pero las reelabora para presentarlo como un monstruo moralmente complejo, cuyo potencial para la redención lo vuelve un atractivo “chico malo” que seduce a las espectadoras. Se examina el proyecto narrativo por el cual semejante hombre es convertido en objeto de deseo femenino en una serie transmitida en una época permeada por los discursos feministas en contra de la violencia de género.
Los escritores y productores aplicaron al personaje la estetización del mal a la “bestia vil” y aprovecharon el atractivo físico del actor para convertir al personaje en un fascinante rufián que el público adora odiar. Luego colocaron a Sir Guy en un triángulo amoroso con Lord Robin y Lady Marian, esto es, una conflictiva relación amorosa con el potencial de estimular el deseo de redención del villano a través del puro amor de una buena mujer. La “persuasión clandestina de la pedagogía implícita” del discurso del amor romántico permite desplazar la atención de las espectadoras de las aristas agresivas de la masculinidad patriarcal del villano, y al romantizarlas, volver atractivas las condiciones de la subordinación patriarcal de las mujeres.