Última modificación: 17-12-2018
Resumen
Mi intención es profundizar aquí en el caso de Sandy, una mujer de 50 años cuya trayectoria de vida la sitúa como víctima de violencia de género, primero por parte de su padre y hermano y luego de su marido. A partir de su paso por la cárcel de Bower, donde conoció a San La Muerte, comenzó a relacionarse con él y según sus propias palabras fue “gracias al Santito” que aprendió a defenderse de las golpizas cotidianas de su marido. De este modo, analizaré por un lado, las relaciones de poder que se establecían en la familia de Sandy y cómo ella pudo revertirlas a través del vínculo que construyó con San La Muerte. “El santito” se volvió su protector, pero también una entidad que la empoderó para “resistir” la violencia de género de su hogar; así como también las acusaciones morales de sus vecinos por causa del tipo de actividad económica que le permitía sostener a su familia ligada a la venta de droga. En ese sentido, veremos cómo por momentos la “moralidad ambigua” del santo, puesto que tiene la capacidad de hacer tanto el mal, como el bien, se solapa con la trayectoria de Sandy; quien, pese a las acusaciones morales de sus vecinos por la actividad económica que lleva a cabo, se considera una “persona buena”. Por otro lado, busco analizar aquí la relación que Sandy construyó con San La Muerte, atravesada por el miedo, el amor, el respeto y la reciprocidad. Dicha relación modificó el matrimonio de Sandy, no sólo en relación a la violencia de género, sino también respecto de las actividades cotidianas de la familia.