Conferencias de la Universidad Nacional de Córdoba, III Congreso Genero y Sociedad. "Voces, cuerpos y derechos en disputa"

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Cosmovisiones en conflicto: ¿deliberación o imposición?
Daniel Juan Busdygan

Última modificación: 18-04-2015

Resumen


La siguiente comunicación tiene como propósito examinar algunas ventajas de las teorías deliberativas de 
la democracia a propósito de la despenalización del aborto. Para ello estableceremos comparativamente 
cuál es son los características principales que poseen las teorías deliberativas y las agonistas en relación 
a formas de lucha por el derecho al aborto. Sostendré que encuadrar estrategias de lucha por la  
despenalización desde el enfoque agonista de la democracia supone una problemática y criticable 
concepción de la legitimidad política sobre las políticas públicas que vuelven inestable cualquier conquista 
de derechos por esa vía. Para llegar a sustentar dicha tesis, analizaremos qué supuesto aparecen en la 
teorías agonistas a propósito de aquellos que piensan distintos, y veremos cómo estos supuestos son 
además de altamente controvertidos sumamente peligrosos para los grupos vulnerables. Por otro lado, 
contrariamente a lo que pasa con los modelos agonistas de la democracia, existen propuestas 
deliberativistas de pensadores como Benhabib y Thomson, quienes brindan concepciones teórico políticas 
superadoras de las problemáticas que puedan darse en términos de la construcción de legitimidad en 
sociedades con cosmovisiones plurales y antagónicas. Para ellas, la pluralidad de voces que se expresan 
en la arena pública sobre el aborto, sea a favor o en contra, debe y puede encontrar marcos deliberativos 
que construyan leyes que procuren la igualdad entre los ciudadanos. En ese sentido, las filósofas 
proponen un modelo de razón pública que permite pensar caminos para proseguir con la ampliación de los 
derechos reproductivos. 
Cuando pensamos en razones podemos hacerlo de dos modos. Es claro que existe una relación dinámica 
entre las creencias u opiniones que posee un ciudadano de cómo ‘es’ el mundo y cómo ‘debería ser’ y las 
razones que respaldan esas creencias y las acciones que decide llevar a cabo a lo largo de su vida. En 
particular, las razones públicas son aquellas razones que tienen cierta fuerza e influencia persuasiva sobre 
nosotros en tanto ciudadanos. Ahora bien, estas razones no sólo revisten un tipo de fuerza exógena que 
va del foro político a la cultura pública sino que, por otro lado, estas ideas también se sedimentan en el 
interior de las distintas doctrinas comprehensivas razonables o cosmovisiones. En tal sentido, el universo 
de esta pluralidad de razones no sería nada menos que una cristalización que surge a través de la praxis 
política de los ciudadanos y de sus instituciones políticas. Así pues, dentro del espacio político o del 
espacio público cada ciudadano le concede singularmente algún peso normativo considerable a ese 
conjunto de razones que llamamos públicas. Consiguientemente, esas razones públicas, tal como 
podemos entenderlas serían públicas al menos en tres sentidos, a saber: por un lado, como razones 
compartidas por los ciudadanos; por otro lado, razones que se aplican a materias vinculadas con el bien 
público; y, por último, razones factibles de ser promulgadas de modo plenamente público, desde un 
lenguaje y desde valores políticos comunes, una especie de lingua franca. Si se quieren construir 
políticamente leyes legítimas sobre el aborto despenalizado, es en este marco en el que debe buscarse 
profundizar estrategias en la que distintos actores sociales de los medios de comunicación asienten 
discusiones, argumentos y modos de encuadre de las agendas de los candidatos a cargos públicos. La 
democracia en tanto sistema que busca su estabilidad implica necesariamente que los ciudadanos se 
relacionen políticamente entre sí como libres e iguales, y es por ello que atender a este tipo de razones en 
los ámbitos precisados, fortalecería el desarrollo de una sociedad plural en términos profundos, no 
superficiales. Este espacio demarcado permitiría el diálogo constructivo evitando que convirtamos en 
extraños morales a aquellos que poseen doctrinas opuestas. La razón pública es la apuesta por un 
espacio de respeto profundo al pluralismo y la búsqueda de los términos de cooperación más justos. Por 
ello, su contenido se apoya en términos a los que todos podrían considerar como los más razonables, 
porque las decisiones democráticas no deberían estar sujetas ni a justificaciones sesgadas ni a un 
recuento de votos que se sostiene únicamente en preferencias subjetivas. 
La tesis deliberativista de que la imposición de cualquier normativa jurídica debe estar justificadamente 
fundada en términos que sean razonablemente aceptables por aquellos que se verán afectados en alguna 
medida. Sin embargo, la búsqueda de fundamentos de políticas públicas a propósito de la despenalización 
del aborto puede darse como un diálogo que lleva a un callejón sin salida, como una ‘lucha’ ideológica entre 
facciones intentando imponer sentidos. Si bien, la democracia deliberativa no se abre como una ingenua 
posición que alienta decisiones unánimes o desconoce las asimetrías de poder entre los sectores de la 
sociedad, esta concepción tiene que poder explicar cómo pueden llegar a compartir ciertas premisas 
básicas aquellos que piensan de modos opuestos. A nuestro juicio, esto es posible y no sólo eso, puede ser 
en alguna medida beneficioso para poner en el centro de la escena la voz y las voces de todos sectores 
vulnerables que pueden ser gravemente afectados – o ya lo están- por las decisiones políticas y normativas 
injustas. Por ello, debemos ahondar en el interrogante de cómo los participantes del debate que poseen 
discursos encontrados- a veces incompatibles- pueden reconocer las premisas que comparten dentro de un 
marco deliberativo. Abonaríamos una posición agonista o agregacionista, si sostuviéramos la tesis del 
‘diálogo imposible’, estas posiciones suelen hacer sus presupuestos con la simple afirmación de los mismos 
evitando ponerlos en discusión. Creer que no existiría ningún suelo común entre sectores contrarios y que 
las razones que poseen unos y otros son intraducibles de un lado a otro, es reducir todo esquema político 
al sistema de pulseadas, es desconocer los diálogos entre quienes piensan diferente. Ahora bien, parecen 
ser poco esperanzadores los resultados que existen en la búsqueda de ampliar derechos si las estrategias 
para su consecución no toman en cuenta la fuerza de los mejores argumentos, sino por lo contrario, buscan 
hacerse valer en esquemas de fuerzas políticas. Intentaré demostrar la falsedad de la tesis de la 
inconmensurabilidad absoluta y veremos que a partir del uso de un tipo de razón pública en el espacio 
deliberativo es factible proponer argumentos sustantivos propicios para la discusión en favor de la 
despenalización del embarazo. El modelo deliberativo traza cuál es el horizonte de razonabilidad en el que 
debieran moverse los discursos políticos al momento que se discuten políticas públicas respecto de la 
suspensión voluntaria del embarazo.

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